Las heurísticas son convenciones especificadas para ayudar a resolver problemas.
Cuando un problema es grande o complejo, y la solución óptima no está clara, el empleo de una heurística le permite empezar a avanzar hacia una resolución aunque no pueda prever todo el camino desde su punto de partida.
Supongamos que tu objetivo es ir en coche a la tienda, pero no hay ninguna carretera que seguir. Una ilustración de una heurística sería: Dirígete directamente hacia la tienda hasta que llegues a un obstáculo que no puedas cruzar.
Cuando te encuentres con un obstáculo de este tipo, síguelo por la derecha hasta que puedas dirigirte de nuevo a la tienda. Esta no es la heurística más sensata o completa, pero en muchos casos funcionará bien y finalmente llegarás a la tienda.
La heurística no asegura que se vaya a encontrar la solución óptima, ni garantiza en general una resolución. Pero hacen un trabajo lo suficientemente beneficioso para resolver determinados tipos de problemas como para ser valiosos.
Su fuerza radica en que rompen el estancamiento de la indecisión y te llevan a la acción. Al pasar a la acción, empiezas a explorar el espacio de la solución, lo que aumenta tu comprensión del problema.