El Espíritu Santo es el Consolador, la fuerza de lo alto que acude en auxilio de nuestra flaqueza. Puede orientar y guiar, gracias a los movimientos que imprime en cada alma. Aprender a reconocerlos y a recibirlos nos ayudará a progresar en la vida cristiana, y a responder a la llamada a la santidad que Dios nos dirige a todos.
¿Cómo dejar que el Espíritu Santo nos asista y nos guíe? ¿Cómo abrirnos lo más posible a su acción, que ilumina nuestra inteligencia y fortalece nuestro corazón?
El propósito de este libro, accesible y concreto, es el de mostrarnos las condiciones prácticas que permiten esa docilidad a la acción del Espíritu Santo.