El lazo entre padres e hijos es indisoluble. La relación ideal es de amor, comprensión y tolerancia. Y aunque algunas relaciones se tejen en armonía y sin graves contratiempos, muchas otras son conflictivas y dolorosas, a veces por la incapacidad para comunicarse, por la negación a aceptar errores, por los demonios de unos y otros, por la brecha generacional, por el abismo que se ahonda en cuanto más pasa el tiempo. Muchas veces el autoritarismo de los padres se debe a que ven a sus hijos como extensiones de sí mismos y por lo tanto actúan de acuerdo a sus convicciones.