En plena pandemia del coronavirus, hay oídos sordos frente al “quédate en casa”. La casa de los olvidados es, precisamente, calle. Ahí viven, ahí comen, ahí duermen. Cuando tienen agua, es porque alguien se las regala. Lavarse las manos durante 20 segundos es poco más que imposible. La que tengan, prefieren usarla para beberse una taza de café.