En este sorprendente cuento Wilde se sirve la realidad de la corte española, de sus personajes y sus costumbres, para describirla de un modo exótico y servirse así de ella como lugar para el relato del infausto acontecimiento que ocurre el día del cumpleaños de la infanta, a quien le agasajan con las gracias de un enano que no tiene noción de su propia deformidad. Tanta gracia le hace a la infanta sus piruetas que le regala una de sus rosas y el enano la cree rendida de amor por él. Buscándola por palacio viene a dar con un espejo, objeto que ve por primera vez en su vida, y al tomar conciencia de sí mismo, se le parte el corazón. La infanta, decepcionada, decreta que a partir de ese momento nadie que tenga corazón vuelva a jugar con ella.