Ambientada en un ida y vuelta entre la ciudad de Rosario y Buenos Aires, la historia comienza cuando Jorge Lucantis es llamado a reconocer el cadáver de su amigo Roberto Taborda, un pintor admirador de Berni, asesinado en la noche mientras intentaba terminar un mural que le habían encargado. Dejándose llevar por los acontecimientos, Lucantis, quien vive sin mucha convicción en Rosario manejando un negocio new age en una galería escondida en el centro de la ciudad, aceptará el encargo de la viuda de su amigo para que en uno de sus periódicos viajes a Buenos Aires trate de cobrar un dinero que un galerista quedó debiéndole a su marido. A partir de este momento, a medias entre el desgano y el deseo de descubrir a los culpables de la muerte de su amigo, Lucantis se verá envuelto en una trama de cuadros falsificados y traficantes de arte inescrupulosos. En Buenos Aires conocerá a dos galeristas, Guitarrini y Filomberto, con los que Taborda trabajo tiempo atrás. En el pasado de su amigo surgirán trabajos de falsificación. Mientras tanto, en Rosario, la policía encontrará al asesino, un border conocido como el Chapa. Pero Lucantis, ya metido en la investigación, y acompañado por la lucidez de Tagomi, su contadora japonesa, no se conformará con eso. Su investigación dará sus frutos, y aparecerá Paparamborda, un gestor que manejaba las falsificaciones, y que será señalado como el hombre que contrató a un policía que a su vez contrató al Chapa para matar a Taborda. Esto los llevará a Filomberto, quien se suicidará al verse descubierto su negocio de falsificaciones. Pero en el final de la trama habrá una vuelta más, porque Filomberto era culpable de las falsificaciones, pero no de la muerte de Taborda. Todo esto habrá sido orquestado por el otro galerista, Guitarrini, para hundir a su competidor. Lucantis, entonces, tomará una decisión. No entregará a Guitarrini a la policía, sino a los matones que estafó. Así, finalmente, quedará en paz con su amigo y decidirá volver a Buenos Aires.