Juan Belvídero es el único hijo de un rico hacendado italiano. Acostumbrado desde muy
joven a disponer de la fortuna familiar a su antojo, lleva una vida de desfase y
despilfarro. La noche en que su anciano padre está al borde de la muerte, le hace una
sorprendente confesión: ha encontrado la fórmula del elixir de larga vida, que guarda en
un pequeño frasco. Su último deseo es que, una vez muerto, le unte todo el cuerpo con
él para que pueda recuperar su juventud. Cuando el padre expira, Juan moja uno de sus
ojos con el elixir y éste recobra vida como un ojo joven y sano. Horrorizado y
maravillado a un mismo tiempo, decide ignorar lo que ha visto, enterrar a su padre bajo
una pesada sepultura y vivir con el exceso y la tranquilidad de quien se sabe en posesión
de más de una vida. En este relato algo grotesco, Balzac recrea la figura del don Juan de
Molière dotando al personaje de una frivolidad diabólica y una calculada ironía