Guardar la pregonada sana distancia y quedarse en casa no son opciones para Cecilia, una joven empleada doméstica, ni para millones que, como ella, se desplazan en transporte público cada día para llegar a su trabajo. Dos de sus tres patronas le exigen que no falte. Cecilia no tiene más remedio: vive al día y mantiene a sus tres hijas, estudiantes de bachillerato.