Aricia está recuperándose de una cesárea. Tiene la sensación de que su cuerpo ha cambiado, pero también su manera de percibir el mundo y la relación con Mauro, su esposo. Al volverse madre, siente que su cabeza se aleja cada vez más de su cuerpo y se da cuenta de que es parte de un linaje de mujeres de cabezas flotantes que se reúnen periódicamente desde hace varias generaciones. Paralelamente, en su día a día, Aricia no puede evitar escudriñar minuciosamente su entorno y, a través de una serie de sensaciones nuevas, se adentra en experiencias eróticas que oscilan entre el sueño y la realidad, el pasado y el presente, mientras intenta entender su herencia y la historia de las mujeres de su familia.