La poesía y la narrativa han sido espacios para la expresión lésbica en México con obras de gran calidad. Sus temas y personajes buscan ser contestatarios a las normas del heterocentrismo literario y cuestionar roles patriarcales. El trabajo de estas escritoras es un gran legado en la tradición literaria que merece ser visibilizado. Algunos ejemplos de esto son: Infinita (1992) de Ethel Krauze, La muerte alquila un cuarto (1991) de Gabriela Ráfagas, así como la producción de Artemisa Téllez y Odette Alonso entre muchas otras.