No es un secreto que Riley Paige es mi crush literario, he devorado su saga con muchísimo entusiasmo, pero sabía, muy en el fondo, que pronto aparecería una novela que no me atrapara tanto, por fin llegó, es el cuarto libro, y no es malo, solo no me gusto tanto.
Primero te cuento de que va, en un tramo de carretera en Delaware están despareciendo mujeres, sin embargo, tardan días en aparecer muertas, sus cadáveres exhibidos de formas extrañas y misteriosas, ya sabemos todo que en cuanto se identifica un patrón, estamos tratando con un psicópata, un asesino serial con sus motivos y particularidades.
El FBI, queriendo resolver el caso desesperadamente, urge a la agente especial Riley Paige a tomar el caso. Pero la brillante Riley por fin ha encontrado la paz en su vida familiar y está determinada a ayudar a su hija April a volver a la normalidad. Sin embargo, cuando los asesinatos se vuelven demasiado perturbadores, y cuando su excompañero Bill se lo ruega, Riley finalmente se da cuenta que no puede negarse.
Es aquí donde siempre me consigue atrapar este libro, Paige es única en lo que hace, sabe entender y ser empática con los asesinos que persigue, a la par, lleva una vida normal, lo que es muy difícil por el trabajo que realiza, lo bueno de este libro es que profundiza en ello y nos deja ver a una Riley más cotidiana vs, la adolescencia de su hija April, sin embargo, todo tiene un precio, y Paige se ve mermada en sus habilidades, eso no me gustó, tenía en ella el concepto de ser la que ordena el laberinto. El caso se complica tanto como la vida, y deja un final abierto que seguro te enganchará para seguir leyendo.
Toda la serie es realmente increíble. Si te gustan las novelas de policías y asesinos en serie, este libro es para ti!!