La calurosa mañana del 22 de abril de 1992, la gasolina que inundaba el colector subterráneo en el sector Reforma de Guadalajara hizo explosión, haciendo volar ocho kilómetros de calles, lanzando por los aires a personas y automóviles. A 30 años de los hechos, que dejaron al menos doscientos fallecidos, el periodista tapatío Julio González recupera algunas de las historias de dolor y resistencia de esa tragedia, producto de la negligencia gubernamental.